CAMINO DE TENTACIÓN, DRAMA Y TERROR




Allá en la década de 1950, cuando el camino hacia Lunahuaná era de tierra y este distrito aún no había sido declarada Capital Turística y Cultural de la Provincia de Cañete, don Félix, conocido como el don Juan de Lunahuaná, vivió en carne propia el drama más espantoso de su vida, conduciendo su auto Ford clásico color celeste. Fue uno de los pocos choferes de transporte público de la época en la ruta Lunahuaná - Imperial -Lunahuaná.
La vida de don Félix era el fiel reflejo de la obra Don Juan Tenorio: una persona con cualidades románticas y emociones altamente sensibles, pero también mujeriego. “Las mujeres son mis trofeos, son todo para mí y por ellas doy la vida. …rosas que caen del cielo y sus pétalos voy desojando”, solía decir el romántico seductor de damas de todas las edades y estaciones de la vida.
En una noche de juerga, de parranda, retornaba solo a su casa, situada en el barrio de Condoray. Era una noche tenebrosa, con truenos y lluvia. La lluvia era tan intensa, que el chofer apenas podía visualizar a unos metros de distancia. Iba a unos 20 kilómetros por hora. Encendió una luz tenue interior del coche. Cuando cruzaba El Desierto, en Nuevo Imperial, miró de repente por el espejo retrovisor y se dio cuenta, con asombro, que en el asiento posterior iba una hermosa dama con ropa sugestiva y sexi, portando una rosa blanca en las manos. Era la modelo que siempre soñó seducir y acariciar entre sus brazos.
Se frotó los ojos, pensando que se trataba de una ilusión óptica, pero al abrirlos, seguía allí, implacable, imponente y seductora. Entró en susto. Sintió que los vellos de sus brazos se erizaban. Se agarró la cabeza. Trató de santiguarse. Luego atinó a aferrarse al volante, mirando hacia adelante, tratando de que todo pasara, en un intento casi desesperado por evitar un accidente, pero de vez en cuando miraba de reojo el bello rostro y  el cuerpo esbelto de  la misteriosa chica.
Quiso hablarle al corazón, pero no le salieron palabras por el susto. Estaba mudo de espanto, pero a la vez sorprendido por tanta belleza. Recorrió varios kilómetros y la dama viajaba sin decir nada, mirando coquetamente y con las piernas cruzadas. Él trataba de pisar a fondo el acelerador, pero era difícil por la lluvia, las curvas y el camino sin asfalto. Ningún vehículo en sentido contrario. Sólo se escuchaba el sonido natural del río, lluvia y arroyos.
Luego de más de media hora de tenso recorrido, llegaron al anexo de Paullo y a la altura de las Ruinas de Incahuasi, la mujer desapareció, dejando en el asiento la “rosa” blanca. Parece que sólo buscaba un poco de compañía, aunque su presencia causaba temor. El pobre Félix respiró profundo y le volvió el alma al cuerpo. Pero el drama -como en la obra Don Juan Tenorio- tuvo una segunda parte.
Raudamente llegó a su casa y estacionó su carro a la vera del camino. Pese a la hora, pidió a su esposa  Rosa dos tragos de pisco y temblando aún, empezó a contar la horrible experiencia por la que acaba de pasar y presenciar. Se hizo un silencio sepulcral.  El miedo asomaba por todos los rincones. Se tomaron de las manos y sobreponiéndose a la impresión, abrieron la puerta posterior del carro. Nuevamente, el terror y el miedo hicieron presa de ellos. No lo podían creer: la “rosa” se había convertido en hueso fémur de un ser humano. ¡Dios santo!, exclamó la esposa. Temblorosos reingresaron a la casa y pusieron llave a todas puertas.
Se pasaron toda la madrugada en vela, orando ante un crucifijo. Ni bien amaneció don Félix y doña Rosa se dirigieron al cementerio “Divino Redentor” de Lunahuaná, para depositar -con respeto y tolerancia- el fémur en una tumba y orar por la salvación del alma de la chica fantasma, al tiempo que él prometió ser fiel, aunque su esposa pierda su belleza y atractivo, aunque no satisfaga totalmente sus deseos sexuales.
Como quien dice, las cosas suceden por algo. No hay mal que por bien no venga. Paradójicamente, el terror y drama fue una bendición: la pareja renovó su amor y fidelidad, viviendo felices para siempre. (Lucho Villanueva Sánchez).

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